Los trabajos de la decoradora Marta Tobella www.sacum.com tienen un estilo relajado y luminoso, inconfundible. Madera, fibras naturales, colores neutros son las señas de identidad de esta defensora del menos es más en decoración.
Hablamos con ella sobre su trayectoria, la importancia de la luz a la hora de definir los espacios y hasta la reforma de su propia casa, sin duda, el proyecto de su vida.
Rincón del patio de la casa de Marta Tobella, con suelo de toba, techo de cañizo y puertas de madera.
RBA
Tu familia se dedicaba a la rehabilitación de edificios, ¿crees que eso marcó tu vocación?
Yo no estudié Interiorismo, de hecho esto sobre todo me viene de la influencia de mi padre, él tenía un gran talento y disfrutaba enormemente en la rehabilitación y construcción de edificios desde cero, aunque tenía una empresa que se dedicaba a otra cosa. Por eso, siempre había un arquitecto en los proyectos, pero él de una manera innata sabía qué y cómo había que hacer en cada momento y yo creo que a mí me ha pasado un poco lo mismo. Tengo esta capacidad espacial y de volúmenes desde siempre y, ya de pequeña, he visto mucha construcción, ya que, a menudo, acompañaba a mi padre a las obras. Por eso, la obra para mí es un entorno muy natural.
¿Desde cuándo supiste que querías ser decoradora?
No me di cuenta de que tenía vocación de interiorista hasta que un día vi que lo era y no sabía como había llegado hasta allí. Yo, de hecho, empecé en una tienda que tenía mi familia de listas de boda, donde vendían vajillas, figuras de Lladró... este tipo de cosas. Yo estudiaba Publicidad y trabaja allí. Y así empecé introduciendo piezas que a mí me gustaban, detalles de cerámica, algún pequeño mueble... y así empecé hace 30 años.
Potenciar la luz y aprovechar el espacio, son dos de las máximas en los proyectos de Marta Tobella.
RBA
Tus trabajos se caracterizan por una estética relajada y luminosa, ¿qué es en lo primero en que te fijas cuando entras en una casa?
Yo básicamente busco la luz, si no hay luz natural todo es muy difícil, pero si hay luz natural, aunque la casa esté en mal estado, todo es mucho más sencillo. Si no hay luz, no le veo la manera, pero si la hay, mi cabeza empieza a tirar paredes y a abrir ventanas y abrirlo todo. Realmente, solos se trata de dejar entrar luz, poca cosa más.
Entiendo que, siempre que vale la pena, intentas recuperar elementos originales, como suelo, ventanas, molduras…
Si se puede, siempre intentamos salvarlos, pero no es tan fácil. Muchas veces nos encontramos suelos muy bonitos e intentamos levantarlos, pero se deshacen. A veces en casas muy antiguas, es imposible salvar nada aunque, obviamente, intentamos mantener el espíritu de la casa, pero mantener elementos cuesta más. Los suelos muy antiguos son muy complicados de manipularlos.
Las molduras no suelen estar muy presentes en los proyectos que me llegan, pero si las tienen y están en buen estado, obviamente, las mantengo. Y lo que me encantaría mantener siempre son las ventanas y los cerramientos de madera, pero muchas veces encontramos que los cristales son muy finos y cuando queremos poner unos más aislantes esas ventanas no nos aguantan el peso. También es complicado encontrar personas que las restauren. Y, claro, lo fácil es ponerlo nuevo. Nosotros siempre que se puede lo intentamos.
El salón de Marta Tobella tiene vigas de madera restauradas y suelos de toba.
RBA
Tu propia casa era una casa catalogada que rehabilitaste con mucho mimo y el resultado es un pequeño oasis en la ciudad, ¿cómo fue el proceso?
En realidad, mi casa no estaba catalogada, pero estaba protegida y eso es porque no era una casa de veraneo ni modernista. Era una casa de 'pagès' normal de gente humilde que tenía animales en casa y trabajaba en el campo.
La casa es de 1830. Por lo tanto, era una casa que estaba de origen y no tenía instalaciones de nada. Por eso, fue un proceso muy largo. Toda la casa la hizo el mismo albañil que entró un día y se pasó un año y medio aquí junto con una persona que le ayudaba. Todo se ha hecho prácticamente de cero.
Todo se tuvo que reemplazar. Pusimos el mismo suelo que había, pero no es el original porque ese suelo estaba destruido, y debajo había tierra sin cimientos. Por eso se tenía que rehacer toda. Le dimos más base, se hizo calefacción radiante...
¿Qué otros elementos pudisteis conservar?
Conservamos las vigas de la primera planta, las de la segunda se tuvieron que cambiar. Pero mantuvimos los mismos materiales que se usaban en esa época, como morteros de cal. Lo que sí hicimos fue aberturas más grandes. En 1800, como no se podían calentar las casas, todas las puertas y ventanas eran muy pequeñas y entraba muy poca luz. Por eso, el objetivo era abrirla para que entrara luz y eso implica, obviamente, modificar fachadas, porque es evidente que en esa época no había ni cristales Climalit ni suelos radiantes y, por eso, se intentaba abrir la casa lo menos posible.
Fue un proceso largo de prácticamente 4 años entre proyecto, licencias y obras. Fue largo, porque en realidad es mucho más fácil tirar una casa al suelo y volverla a levantar que rehabilitarla, eso seguro.
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En este proyecto de Marta Tobella los sofás hacen la separación visual entre salón y comedor que nueva con una gran pared de armarios a medida.
Los clientes, en general, saben como afrontar la reforma de su casa, ¿cómo les asesoras?
Los clientes cuando llegan, algunos saben de qué va y otros no tienen ni idea donde se están metiendo. Y con ni idea quiero decir, ni idea. De lo que vale una reforma, de lo que tarda una reforma, ni de la cantidad de complicaciones que implica una reforma. Después otros saben perfectamente de qué va y se lo toman con mucha filosofía. Pero el que no sabe de qué va, hay un punto de osadía porque a veces intentan hacer ellos mismos la reforma con un albañil que conocen y, eso, si no estás muy metido en el proceso, es muy estresante y casi imposible. Debes saber cómo funciona el proceso y tener una resistencia emocional importante.