Ana Elena de @organizo_tu_hogar nos cuenta sus 5 cambios en casa para una vida con menos estrés

Ana Elena Simionescu, experta en orden, nos dice que el orden tienen un gran componente emocional. 

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Libera dentro y fuera

Ana Elena Simionescu, profesional del orden: "Lo que nadie te dice de ordenar es que es emocional. Ordenar no solo está en lo físico”

Según la experta, ordenar es mucho más que una cuestión estética ya que, cuando movemos las cosas de un lado a otro, también soltamos recuerdos y versiones pasadas de nosotras mismas. Es liberación

Desde siempre, se ha pensado que ordenar es una cuestión práctica, que solo se trata de colocar bien las cosas y que basta con comprar unas organizadoras, etiquetar algunos cajones y deshacernos de lo que ya no usamos para tener la casa ordenada. Sí, esta parte es cierta, pero es solo la punta del iceberg porque el orden va más allá de lo que se ve con los ojos.

¿Cuántas veces has ordenado alguna parte de la casa y, al terminar, has sentido una carga menos en tu mochila? Y es que, aunque estemos acostumbradas a entender el orden como control o como una manera de poner límites al caos exterior, el verdadero tiene que ver más con liberar.

En otras palabras, y tal como nos explicará a continuación la experta en orden Ana Elena Simionescu (@organizo_tu_hogar), ordenar no es solo poner cada objeto en su lugar, es hacer espacio y elegir conscientemente qué se queda contigo y qué se va. Y esto, aunque no lo parezca, tiene más que ver con lo emocional que con lo estético.

Ordenar también es emocional

Ordenar también es emocional

Ordenar también es emocional, y que no solo tiras objetos, también otras versiones tuyas. 

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Nadie te lo dice cuando empiezas, pero ordenar te remueve por dentro. Porque no solo estás decidiendo qué hacer con una camiseta vieja o con un cajón lleno de papeles, sino que, a la vez que vas seleccionando y descartando, estás soltando recuerdos, expectativas, versiones antiguas de ti, etapas que ya pasaron. Y esto es cierto que duele, pero libera.

Muchos expertos dicen que cuando ordenas lo exterior también ordenas lo interior. Por eso, muchas veces postergamos el orden porque, aunque muchas personas aún no sean conscientes, la mayoría sabemos que no se trata solo de colocar objetos, sino de tomar decisiones. Básicamente, cuando ordenas te enfrentas con lo que ya no usas, pero también con lo que ya no eres. Cada cosa cuenta una historia. Y al decidir si se queda o se va, estás reescribiendo la tuya.

Ordenar también es mental

Además, ordenar también es mental, ya que te das cuenta de cuánto espacio ocupa lo que ya no necesitas. Es aprender a diferenciar entre lo importante y lo urgente, entre lo que guardas por costumbre en piloto automático y lo que eliges con intención. Y esa claridad no solo se nota en los espacios físicos de tu casa: se nota en cómo te sientes, en cómo respiras, en cómo piensas.

La experta Ana Elena comenta también que no es necesario hacerlo perfecto ni mucho menos que tu casa parezca sacada de una revista. El orden real va más allá de la apariencia, está en la funcionalidad, en el bienestar, en la paz que te da. Si a ti te sirve, si te hace sentir más ligera, más centrada, entonces está bien. Porque el orden no es una meta inalcanzable: es una herramienta para cuidarte mejor.

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No es necesario hacerlo perfecto

No es necesario hacerlo perfecto. El orden real va más allá de la apariencia, lo importante es que sea funcional. 

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También hay que ordenar lo invisible

Ana Elena también explica que el desorden no siempre se ve, también está en lo invisible a los ojos. Muchas veces, está en lo que no tocamos: archivos digitales que ya no usamos, listas mentales infinitas, hábitos que arrastramos sin revisar. Está en lo que no soltamos por miedo, por apego, por inercia. Y eso también pesa. Por eso, cuando ordenamos lo invisible, también estamos haciendo espacio mental. Es poner límites al ruido, al exceso de estímulos, a las exigencias que no nos damos cuenta de que estamos cargando.


Ordenar también es preguntarte: ¿esto todavía tiene sentido en mi vida? ¿Sigue siendo útil? ¿Me aporta o me resta? Y por supuestísimo: ordenar a veces incomoda y te remueve, pero cuando terminas el proceso, sientes alivio. Mucho alivio. Como cuando abres un cajón y todo encaja. Como cuando apagas notificaciones y te das cuenta de lo bien que se siente el silencio. Como cuando sueltas una idea que ya no va contigo y sientes que recuperas el aire.