Las despensas son uno de los espacios de almacenamiento más útiles de toda la casa, ya que permiten tener, en un mismo lugar, la mayoría de las cosas que necesitamos para cocinar, desde alimentos no perecederos, utensilios de cocina u otros productos esenciales. Aunque la mayoría de las despensas suelen estar en la cocina, cuando estas son muy pequeñas, sus dueños buscan otras zonas de la casa donde instalarla. Una de las más originales es en el hueco bajo la escalera.
Y es que las casas que están compuestas por más de una planta tienen la gran suerte de contar con el espacio que queda libre bajo la escalera, un espacio que, aunque no tenga muchos centímetros de anchura, tiene mucho fondo que se puede aprovechar. Con un poco de ingenio y unas cuantas baldas, es posible montar una despensa la mar de apañada.
Eso sí, para que esta idea funcione, es necesario comprometerse con su orden y mantenimiento. O si no mira el estado que tenía esta despensa bajo la escalera antes de que la consultora KonMari, Natalie Pham, le aplicara el método de orden de Marie Kondo y cómo ha sido su transformación final.
Antes: ¿De verdad es una despensa?
La encargada de la transformación de esta despensa bajo la escalera ha sido Natalie Pham, consultora del método KonMari. Cuando Natalie llegó a la casa de los clientes y abrió la puerta de la despensa, se encontró un espacio sin una estructura de organización definida, con una enorme acumulación de productos que no era posible ver ni a qué categoría pertenecían. Había mezcladas todo tipo de cosas: alimentos, utensilios, cajas grandes y mal apiladas, objetos más pequeños por ahí desperdigados, etc.
Con una despensa así de desorganizada y sin soluciones de almacenamiento, además de dejar áreas desaprovechadas y otras más saturadas, no es posible ver qué se tiene o qué hace falta, lo que aumenta la posibilidad de malgastar el dinero en compras innecesarias y duplicadas.
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Después: Todo bien clasificado y etiquetado
Después de que Natalie aplicara el método KonMari, esta despensa bajo la escalera se ha transformado en un espacio ordenado, funcional y visualmente agradable. Para llegar a este estado final, Natalie y su cliente comenzaron el proceso vaciando completamente el área con el fin de ver todo lo que había dentro, eliminar los productos caducados o innecesarios y, de paso, evaluar el espacio disponible por si encontraban alguna otra forma de aprovecharlo mejor.
Una vez eliminaron los productos caducados e innecesarios, clasificaron los artículos que sí iban a conservar por categorías como snacks, latas, pastas o productos secos. A su vez, los agruparon según su uso y frecuencia. El uso de contenedores transparentes ha sido clave en esta transformación, ya que permiten agrupar productos similares y facilitan la visibilidad, evitando la acumulación innecesaria.
Además, cada contenedor ha sido cuidadosamente etiquetado, un paso esencial para mantener el orden a largo plazo. Las etiquetas no solo ayudan a identificar rápidamente el contenido, sino que también aportan un toque decorativo y organizado al conjunto.
Por último, a la hora de volver a colocar todo dentro, los estantes fueron reorganizados para aprovechar el espacio vertical apilando, cuando fuera posible, los contenedores. Además, en la parte inferior se han colocado las cajas más grandes para almacenar artículos menos utilizados pero necesarios, optimizando, de esta manera, cada rincón del espacio disponible.